Mi inocencia - estupidez siempre fue mi mejor escudo contra los ataques de otros de la misma manera en la que sospecho que fue la razón por la que me hacia blanco de ellos. Nunca he tenido muchas luces, para que negarlo, nunca he podido seguir ciertas normas sociales porque simplemente no las entiendo y en cuanto a mi apariencia, pues vaya, no crecí precisamente con el tino de la naturaleza.
La escuela me marco distinto de acuerdo a la etapa. Ya hable de la educación básica y no tengo ganas de hablar de la media así que me saltare a hablar de aquella crucial etapa conocida como preparatoria. Esa tortuosa etapa a la que siempre le di menos importancia hasta que hablando con una amiga, la única que conservo de ese entonces, me di cuenta de que al parecer sucedió ahí el detonante de mi afán de apartarme del mundo.
Tenia 16. Ya tenia experiencia tratando con ciertas burlas y acoso. No lo entendía del todo y no me importaba demasiado. Estaba feliz porque iniciaba una nueva etapa que me permitía dejar la anterior que se había complicado por lo que fuera. Entre a una escuela donde todo era nuevo y eso, lejos de darme miedo, me hacia entusiasmarme. A sabiendas de que nunca seria el alma de la fiesta, decidí que no me cerraría a los demás y seria amable. Un plan perfecto, un nuevo yo.
No le note la primera vez pero creo que fue porque decidió notarme a mi primero. No le vi nada de malo, cuando se presento y me pregunto mi nombre. Perfecto, el plan funcionaba, una nueva amistad en camino. Me hizo gracia su insistencia, me halago su amabilidad y si nos hicimos compinches enseguida. Seguramente me hubiera alejado si hubiera sabido los problemas que su cercanía iba a causarme pero obviamente, no lo supe y no me aleje.
Nos volvimos pareja. Dudo que haya sido algo real y aseguro que fue esa clase de amor idiota que te brota la primera vez que sucede y que fue mucho peor porque eramos adolescentes. No importa ya. El problema fue que a muchas personas pareció molestarles, ¿como podía esa persona tan normal estar al lado de esta otra tan rara? Inaceptable. El problema se agravo porque no solo era normal sino el alma de la fiesta y como tal, tenia un pequeño ejercito que le reclamaba para uno de sus miembros y yo estorbaba y estorbaba bastante.
La manera de hacerme a un lado fue aplastar mi autoestima y confianza sin reparos. Mi integridad física se vio amenazada un par de veces. Ese pequeño ejercito inicio una ronda de ataques diarios hasta que no pude mas y estalle, por supuesto, en su contra. Sin gritos ni agresiones solo unos celos asfixiantes que dejo que le torturaran un par de días antes de dejarme. Celebraron con gusto su victoria y yo me sentí mas que miserable.
Ojala los ataques hubieran acabado ahí pero creo que la costumbre ya estaba arraigada. Se volvieron peores y fueron aderezados por su continuo recordatorio de mi reciente soledad. A veces creía que se debían a que aquella persona pese a su normalidad, seguía queriéndome. Intento acercarse muchas veces de nuevo pero no se lo permití. Su presencia me ponía en mas peligro y yo solo quería paz. Me complace al menos saber que aquel miembro de ese ejercito que había iniciado todo para "conseguir su amor" jamas pudo conseguirlo: se lo agradecí infinitamente, aun hoy lo hago. Me gusta pensar que todo ese tiempo seguimos juntos a la distancia y que nuestra separación física era bastante justificada por el miedo infantil que puede provocar una turba de adolescentes crueles. Solo tres amistades me quedaron de esa etapa y al final solo una: entiendo que nadie quisiera meterse en el fuego cruzado y no les culpo.
Fui muy feliz cuando salí de ahí y por supuesto, salí para esconderme. Ya no mas amistades que se convirtieran en amores y en problemas. La soledad me garantizaba paz, al menos.