lunes, 21 de febrero de 2011

Le caigo mal al alma de la fiesta

Siempre me ha sucedido eso, todos malinterpretan mis ganas de querer irme del bullicio como una especie de grosería. En realidad es que no soporto tanta gente a la vez y mucho menos estando todos en una mesa donde siento que todos me miran aunque sé que no es así, donde me da miedo hablar y lo único que quiero es irme. Hay un par que lo comprende y a la mayoría no le importa pero de los dos o tres extrovertidos innatos que siempre se encuentran en ese tipo de cosas, siempre hay uno al que le cae muy mal mi actitud; como si no sentirme con la misma comodidad que el o ella fuera un insulto a su persona.

Esta vez fue una chica. Una bastante guapa y arreglada, segura de sí misma y a mi parecer levemente insoportable. Se encargo de hacerme un par de gestos de exasperación que me hicieron sentir más incomodidad. Realmente me dieron ganas de decirle que no tenía que esforzarse tanto, yo ya me sentía bastante no a gusto sin necesidad de su ayuda.

Me escabullí en cuanto pude, por supuesto y ella aprovecho para señalar que soy un bicho raro. No entiendo porque tiene que ser tan extraño que prefiera la lectura solitaria en en mi casa de algún buen libro a quedarme con un grupo de desconocidos, más cuando el "alma de la fiesta" se encarga de fortalecer mi incomodidad. En serio que no entiendo.

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